Fuimos a Huelva a buscar a "Rayén", al criadero "Gran Ayuda Golden Retriever". Después de haber hablado por meses con el criador, por fin llegaba el día en que íbamos a buscarla. Llegamos a su casa, tocamos el timbre y sale Fran (el criador). Nos saludamos, y de pronto sale su mujer con una bolsita blanca, con un lazo color lila y un olor maravilloso. Al verla, yo me puse como un flan. Me la pusieron en los brazos y fue amor instantáneo. Estuvimos allí un rato, conversando sobre sus cuidados; nos entregaron los papeles. Recuerdo haber llevado la correa, y Fran se la puso por primera vez. Nos dijo que la lleváramos en el suelo del coche. Nos entregó una bolsita con una toalla pequeña, unos folletos, la carpeta con los papeles y el alimento que nos había comprado. Y así, partimos camino a casa.
Llegamos a casa y estaban los niños expectantes por la llegada de esta nueva integrante a la familia. Nuestro hijo mayor dijo siempre que él no se iba a involucrar con las responsabilidades de la perra, ya que nuestro patio es pequeño y él dice que necesita más espacio. El del medio estaba deseando que llegara, y el pequeño, ni que decir: en ese entonces tenía 6 años y solo quería verla. Al llegar a casa, la dejamos que recorriera y olfateara; la besaron, la tomaron en brazos, le dimos comida y decidimos que lo mejor era que durmiera en nuestra habitación por unos días para fortalecer el vínculo.